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Persona sentada a la tenue luz de la ventana, cuidando de las plantas de interior, creando una atmósfera tranquila y contemplativa.

Las sorprendentes formas en que el estrés puede afectar a tu cuerpo

Ya sea debido a una vida familiar ajetreada o a una carga de trabajo caótica, todos experimentamos estrés y éste puede hacer estragos en nuestra salud y bienestar. Es natural sentirse estresado en ocasiones y, en breves momentos, puede ser positivo y ayudarnos a mantenernos alerta y concentrados. Pero el estrés a largo plazo no sólo puede desencadenar o agravar problemas de salud mental, sino también dañar nuestra salud física.

El Dr. Niall Campbell, psiquiatra consultor del Priory Hospital Roehampton, explica qué ocurre cuando experimentamos estrés.

"Ante una amenaza percibida, se activa automáticamente la llamada respuesta de 'lucha o huida'. El sistema nervioso simpático se activa y el cuerpo produce adrenalina, corticoesteroides y otras sustancias químicas para que los músculos funcionen mejor, el ritmo cardíaco aumente y el cerebro esté más alerta", explica.

Aunque esto está bien para periodos cortos de tiempo, el estrés continuado -o sentirse automáticamente estresado sin un desencadenante- puede llevar a tu cuerpo al agotamiento, añade Campbell.

La liberación constante de hormonas del estrés, como la adrenalina, el cortisol y la noradrenalina, puede provocar problemas estomacales y musculares, además de afectar a los ciclos menstruales.

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Problemas estomacales

La digestión está controlada por el sistema nervioso entérico, formado por nervios que se comunican con el sistema nervioso central. Cuando se activa nuestra respuesta de lucha o huida, puede afectar a la digestión porque el sistema nervioso central interrumpe el flujo sanguíneo, altera las secreciones necesarias para digerir los alimentos y puede provocar la contracción de los músculos digestivos.

El estrés puede hacer que el estómago se tense y se irrite, provocando síntomas del síndrome del intestino irritable (SII), como calambres, dolores, diarrea y estreñimiento.

Laura*, una profesora de 29 años, experimenta estrés y ansiedad a la hora de tomar decisiones. "Para mí, el estrés de la indecisión es lo que más me afecta al estómago", dice. "Siempre que voy de compras me provoca diarrea".

Dolores y molestias

La tensión muscular es un efecto secundario frecuente del estrés, ya que los músculos se contraen cuando se activa el sistema de lucha o huida. Con el tiempo, esto puede causar dolor, malestar, cefalea tensional, migrañas y problemas de movilidad.

Jemma*, de 27 años, es madre de un niño y trabaja a tiempo completo mientras estudia una carrera. En 2015 estuvo tres semanas de baja tras diagnosticarle un temblor esencial benigno que empeoró con el estrés.

"Tuve que ir al médico de cabecera porque me temblaban tanto las manos que físicamente no podía hacer mi trabajo: hago diseño eléctrico y eso implica mucho software de dibujo y detalles minuciosos", cuenta. "Me preguntaron por el trabajo y el estrés, y descubrieron que estaba bastante estresada y sufría mucha ansiedad".

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Efectos cardiovasculares

La frecuencia cardiaca y la tensión arterial aumentan cuando aparece el estrés, pero vuelven a la normalidad una vez que ha pasado la tensión aguda. Esto es normal a corto plazo, aunque puede resultar incómodo.

Sin embargo, la investigación ha relacionado el estrés con graves problemas cardiovasculares. Un estudio de 2017 publicado en The Lancet descubrió que el aumento de la actividad en la amígdala -una región del cerebro implicada en el estrés- se asocia a un mayor riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular.

También sabemos que las personas son más propensas a adoptar hábitos de riesgo cuando están estresadas, como fumar, comer en exceso o beber demasiado alcohol, lo que aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiacas. Cuando se está estresado, la liberación de hormonas como la adrenalina provoca una "excitación" que puede mantenernos despiertos por la noche, lo que también aumenta el riesgo de obesidad, cardiopatías y diabetes de tipo 2.

Si padece una cardiopatía coronaria y experimenta sensaciones intensas de estrés o ansiedad, pueden desencadenarse síntomas como la angina de pecho, dolor torácico causado por la reducción del flujo sanguíneo al corazón. Aunque normalmente no pone en peligro la vida, puede ser una señal de alarma de que corre el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un ictus.

Sistemas inmunitario y reproductor

La investigación ha demostrado el efecto negativo que el estrés puede tener en el sistema inmunitario. En ráfagas cortas, la hormona del estrés cortisol puede reforzar la inmunidad al limitar la inflamación, pero en periodos más largos, un exceso de cortisol puede provocar más inflamación.

El estrés también puede afectar al sistema inmunitario porque puede reducir la eficacia de los glóbulos blancos, que combaten virus y bacterias.

La liberación de hormonas del estrés también afecta al sistema reproductor. El cortisol afecta a la cantidad de estrógeno y progesterona que produce el cuerpo, que regula el ciclo menstrual. Si estás estresada y tienes niveles elevados de cortisol, puedes tener menstruaciones irregulares.

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Afrontar el estrés

Es importante reconocer cuándo se está estresado. Los síntomas pueden ser emocionales o mentales, como sentirse abrumado, irritable, tener dificultades para concentrarse, experimentar pensamientos acelerados o tener problemas para tomar decisiones. Los síntomas también pueden ser físicos, como sensación de cansancio, mareos o dolores de cabeza. El estrés también puede manifestarse en cambios de comportamiento.

"Escucha a tu cuerpo. Escucha a quienes se preocupan por ti", dice Campbell. "¿Estás comiendo demasiado, bebiendo alcohol o consumiendo drogas para sobrellevar la situación? ¿Estás irritable o irritable en el trabajo o con la familia?".

Cambios en el estilo de vida

Hacer más ejercicio puede ayudar a reducir la tensión corporal y a despejarse cuando se está estresado. Los estiramientos, el yoga y el pilates también pueden ayudar a reducir la tensión muscular.

El ejercicio también puede ayudar a aliviar los síntomas del SII, al igual que llevar un diario de los síntomas durante unas semanas, lo que puede ayudarle a identificar los factores desencadenantes, como los alimentos o el estrés emocional. Su médico de cabecera podrá aconsejarle sobre la mejor manera de controlar los síntomas.

Reducir el consumo de alcohol, dejar de fumar y seguir una dieta sana también ayudan.

Toma el control

Mejorar la gestión del tiempo, fijarse objetivos alcanzables y tachar las tareas de una lista de tareas pendientes puede ayudarle a sentirse más en control y reducir el estrés. Los cambios sencillos en el trabajo, como hacer una pausa adecuada para comer, también pueden ayudar.

Relajación

Los ejercicios de respiración calmante, la atención plena y la meditación pueden ayudarle a relajarse y combatir el estrés. El NHS recomienda respirar lenta y profundamente cuando te sientas abrumado.

Red de apoyo

Una buena red de apoyo formada por compañeros, amigos y familiares puede aliviar sus problemas laborales y ayudarle a ver las cosas de otra manera. Una charla por teléfono o tomando un café puede ayudarte a disipar las preocupaciones que te causan estrés.

Establecer retos

Marcarse objetivos, como aprender un nuevo idioma, ayuda a aumentar la confianza en uno mismo, lo que puede mejorar la capacidad para afrontar el estrés.

Ayuda profesional

Si las técnicas de autoayuda no le funcionan, puede consultar a su médico de cabecera, que podrá remitirle a un tratamiento como la terapia cognitivo-conductual (TCC). También puedes asistir a un curso de control del estrés.

"Es muy útil hablar con un profesional que pueda darte una visión objetiva de cómo va tu vida y de cómo tienes que cambiar las cosas", dice Campbell. "Puede que -si las cosas empeoran- sea necesario acudir al médico de cabecera o a un psiquiatra para hablar sobre la medicación".

"Recuerda siempre que todos somos vulnerables al estrés", dice. "Puede apoderarse de nuestras vidas, pero es posible vencerlo y tener una vida mejor".

*Se han cambiado los nombres para proteger las identidades.

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La información de esta página ha sido revisada por médicos cualificados.

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