Cómo es realmente el TOC

A Sara McQueen, de 24 años, le diagnosticaron trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y trastorno disfórico premenstrual -una forma grave del síndrome premenstrual también conocido como TDPM- a principios de este año.

"Mi cerebro se aferraba a las cosas: basura en la carretera, extraños estornudando demasiado cerca en el transporte público. Es como si el cerebro no pudiera olvidar nada. Se atormenta compulsivamente con pensamientos horribles", dice.

"Es un poco como si buscara cosas que se ajustan perfectamente a unos estándares que no tengo. Dejé de comer porque nunca encontraba la comida 'adecuada'. No quería salir de casa por si veía algo que no me gustaba ver, y esas cosas iban desde niños llorando hasta interruptores de la luz sucios."

McQueen afirma que en el pasado tuvo tendencias suicidas y recurrió al alcohol. "Tenía hambre, sed, pero era incapaz de resolver esas cosas porque el TOC me decía que la comida se convertiría en suciedad en mi boca, que el agua estaba rancia y que si salía de mi habitación para ir al baño, nunca podría volver a entrar", dice.

El TOC también la llevó a rascarse la piel. "Busco marcas, manchas, pelos, cualquier cosa que pueda quitarme, y causo mucho daño a mi piel", dice. Ahora Sara toma medicación y hace terapia.

¿Qué es el TOC?

Craig Shirley, terapeuta y cofundador del Centro de Tratamiento del TOC, afirma que el TOC a menudo implica experimentar una gran ansiedad en torno a las cosas que nos importan.

"A menudo, esto lleva a la persona a tener miedo de sus pensamientos o de los desencadenantes ambientales que la hacen sentir ansiosa. Entonces realizan conductas conocidas como rituales para controlar sus síntomas ansiosos, lo que a su vez sólo sirve para dar más significado e importancia a los pensamientos", añade.

"La persona tiene entonces más pensamientos intrusivos y siente cada vez más la necesidad de apagar estos sentimientos con más frecuencia, lo que a la larga puede convertirse en un ciclo debilitante de pensamientos, sentimientos y comportamientos".

A diferencia de quienes no padecen TOC -que tienen pensamientos que pueden ignorar-, quien padece esta enfermedad se centra en el pensamiento y empieza a realizar rituales para asegurarse de que no se haga realidad, explica Shirley.

El TOC va mucho más allá de la percepción común de lavarse las manos, y puede ser extremadamente debilitante y alterar todos los aspectos de la vida de una persona, desde el trabajo hasta las amistades y las relaciones. Tareas tan sencillas como comer, cocinar, lavar o tirar la basura pueden resultar imposibles.

"Además, el TOC puede hacer que las personas se sientan deprimidas y tengan baja autoestima, en cuyo caso estos también pueden ser factores para que una persona luche por tener un estilo de vida normal", afirma Shirley.

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Conceptos erróneos sobre el TOC

A pesar de la gravedad del TOC, el término suele utilizarse erróneamente para describir a las personas a las que les gusta la limpieza o la organización, lo que subestima el efecto que esta enfermedad puede tener en quienes la padecen.

Una de las mayores ideas falsas sobre el TOC es que algunas personas pueden ser un "poco TOC"", afirma Shirley. Aunque ocasionalmente tengamos pensamientos intrusivos, sintamos ansiedad o seamos supersticiosos, no es lo mismo que padecer la enfermedad.

Carrie Wheeler, de 40 años, padece TOC, además de otras enfermedades mentales y esclerosis múltiple. Dice que otra idea equivocada es que las personas con TOC solo son obsesivas con la limpieza, pero en realidad esta enfermedad puede manifestarse de muchas formas distintas.

"Creo que el mayor error que conozco es pensar que todas las personas con TOC son maniáticas de la limpieza. No todos limpiamos furiosamente nuestra casa o tenemos un miedo extremo a los gérmenes y nos lavamos las manos continuamente", afirma.

Para Wheeler, el TOC afecta a su vida doméstica y a su forma de comer, ya que su comida debe prepararse en un orden determinado. "Si pierdo algo, me paso horas buscándolo, no duermo hasta que lo encuentro, y a menudo no dejo dormir a mi marido mientras lo busco en mi dormitorio", dice.

El desarrollo del TOC depende de varios factores, como la personalidad, la genética o los acontecimientos vitales. Aunque se trata de un trastorno crónico y debilitante, muchas personas lo superan con tratamiento y apoyo, o son capaces de reducir el impacto que tiene en sus vidas.

Cómo tratar o gestionar el TOC

Terapia

"Hay muchas formas de que una persona reciba tratamiento para el TOC", afirma Shirley. "La más común sería visitar al médico de cabecera para explicarle los síntomas, antes de ser derivado a un servicio especializado, como un terapeuta de terapia cognitivo-conductual(TCC)".

Con la terapia hablada, como la TCC, una persona con TOC puede aprender a controlar los síntomas para recuperar una mejor calidad de vida.

Shirley afirma que la TCC puede dar buenos resultados en el tratamiento del TOC, pero que otras herramientas de control de la ansiedad pueden ayudar junto con la terapia: "A menudo otros principios, como la atención plena y la conciencia de los pensamientos, la educación en torno a la enfermedad y el papel del cerebro en ella, así como un programa de prevención de recaídas bien construido para que la persona lo siga una vez finalizada la terapia".

Como parte de la TCC también puede incluirse una terapia denominada exposición y prevención de respuesta. Consiste en animar a la persona a enfrentarse a sus miedos y dejar que los pensamientos obsesivos sucedan sin seguirlos con compulsiones para "solucionarlos".

Medicación

Su médico o un especialista pueden recomendarle tomar ciertos medicamentos, así como terapia.

Ayuda

Obtener asesoramiento, información y apoyo de organizaciones especializadas en el TOC puede ayudarle a comprender mejor la enfermedad y su tratamiento, como la organización benéfica OCD-UK. También pueden ayudar a evitar el aislamiento y ofrecer la oportunidad de socializar con otras personas.

"Otras opciones son ponerse en contacto con OCD Action o Mind, dos organizaciones benéficas de salud mental muy buenas que pueden ayudar a ponerte en la dirección correcta", dice Shirley.

"También ayuda buscar un terapeuta que haya tenido experiencia en el tratamiento de la enfermedad o que la haya padecido él mismo, ya que comprobamos que muchos de nuestros clientes explican que esto marca una gran diferencia y les ayuda a sentirse comprendidos mientras se recuperan de la enfermedad."

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