
Cómo es realmente vivir con rosácea
Revisado por la Dra. Sarah Jarvis MBE, FRCGPÚltima actualización por Abi MillarÚltima actualización 22 Jun 2018
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Cuando Lex Gillies tenía 21 años, acudió al médico con síntomas que describe como "insoportables". Durante los tres años anteriores, su piel, siempre sensible, se había vuelto cada vez más propensa a enrojecer, y ese enrojecimiento tardaba más en desaparecer.
En este artículo:
"Empezaron a salirme pústulas allí donde aparecía el enrojecimiento y mi piel se resecó tanto que se descamaba y se agrietaba", cuenta. "El médico supo nada más entrar que tenía rosácea -una palabra que ni siquiera había oído antes- y me recetó una crema de metronidazol, que mi piel odiaba, y una crema emoliente espesa".
Lex padecía una enfermedad inflamatoria común de la piel, caracterizada por sensibilidad cutánea facial, enrojecimiento, sensación de quemazón y pequeñas protuberancias rojas conocidas como pápulas. Aunque la rosácea puede afectar a cualquiera, es más frecuente en personas de piel clara de entre 30 y 60 años.
Las mujeres son más propensas a padecerla que los hombres (un estudio realizado en el Reino Unido situó la proporción de mujeres afectadas en el 61,5%), pero los hombres pueden verse afectados de forma más grave. Los hombres son más propensos, por ejemplo, al rinofima, un engrosamiento de la piel de la nariz.
Vivir con rosácea - Lex Gillies
Para Lex, que era joven para padecer rosácea, el diagnóstico supuso un duro golpe.
"Creo que tuve bastante mala suerte con mi primer médico: no tenía en cuenta cómo me hacía sentir la rosácea y me dijo que si me tomaba en serio el tratamiento debía eliminar inmediatamente todos los posibles desencadenantes", explica. "Decirle a una joven universitaria que debe dejar de beber alcohol, comer sano, dejar de maquillarse, dormir ocho horas cada noche y evitar las situaciones estresantes no es realista. Ojalá hubiera sabido que podía pedir otro médico si no me convencía el que tenía. Experiencias posteriores con médicos me demostraron que podían ser empáticos, comprensivos y realmente útiles."
Lex Gillies

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Control de la enfermedad
A sus 33 años, Lex es embajadora de la Fundación Británica de la Piel y escribe sobre la rosácea (y el arte de las uñas) en su blog Talonted Lex. Aunque no está "curada" -por desgracia, la rosácea es una enfermedad crónica-, ha cambiado su estilo de vida y ha aprendido qué exacerba sus síntomas.
"He modificado drásticamente mi dieta, mis hábitos de consumo de alcohol, mi rutina de cuidado de la piel y maquillaje, y he introducido cambios importantes en mis hábitos cotidianos", afirma. "El mayor cambio para mí fue encontrar mis desencadenantes. Puede ser una tarea laboriosa y aparentemente interminable, pero una vez que sabes lo que tu piel ama y odia, puedes empezar a tomar decisiones sensatas y realistas."
Aunque se desconoce la causa de la rosácea, se cree que se debe a una serie de factores: predisposición genética, unida a desencadenantes ambientales e inflamatorios indefinidos que hacen que los vasos sanguíneos de la cara se dilaten con facilidad. Los desencadenantes exactos varían de una persona a otra, pero pueden ser el alcohol, el estrés, la temperatura, las bebidas calientes y las comidas picantes.
Según la Dra. Anjali Mahto, dermatóloga consultora y portavoz de la Fundación Británica de la Piel, hay varias formas de reducir la gravedad de los síntomas.
"Los antibióticos orales, los tratamientos tópicos, los medicamentos contra los sofocos y las terapias con láser pueden tratar la rosácea, pero deben utilizarse bajo la supervisión de su dermatólogo o médico", afirma. "Es muy importante usar protección solar a diario para ayudar a controlar la rosácea, ya que la radiación UV es uno de los desencadenantes habituales. Lo ideal es usar un FPS de 50 que proporcione protección UVA y UVB de amplio espectro. Evite el uso de jabones perfumados y utilice un emoliente como alternativa. También es mejor utilizar cremas hidratantes sin perfume".
A Lex le resultó útil hacer fotos para comparar la gravedad de los brotes y compararlas con una lista de todo lo que podía haber afectado a su piel.
"Puede resultar abrumador ver una lista de posibles desencadenantes, pero recuerda que no tienes por qué eliminarlos por completo", afirma. Por ejemplo, ahora que sé cómo reacciona mi piel al usar planchas para el pelo, me aseguro de dejar suficiente tiempo entre que me peino y salgo de casa para que mi enrojecimiento se calme". Hay formas de evitar la mayoría de los desencadenantes para no verlos como algo totalmente prohibido".
"No te define"
A pesar de llevar bien su enfermedad, añade que la rosácea le ha afectado profundamente desde el punto de vista psicológico. No es la única que se encuentra en esta situación: según una encuesta estadounidense, el 75% de los pacientes con rosácea había visto afectada su autoestima, y el 56% afirmaba haberse sentido privado de placer o felicidad.
"Antes era una persona muy segura de sí misma a la que le encantaba ser el centro de atención. La rosácea destruyó mi confianza en mí misma y me convirtió en alguien a quien no reconocía cuando me miraba en el espejo", dice Lex. "Puede ser difícil explicar a otras personas hasta qué punto una afección como la rosácea puede afectar a tu bienestar psicológico pero, para mí, éste ha sido el mayor obstáculo a superar y con el que todavía lucho".
Lex se esfuerza ahora por ayudar a otras personas en su misma situación, escribiendo información, consejos, recomendaciones y reseñas. Su blog también incluye enlaces para quienes deseen hacerle más preguntas o simplemente desahogarse con alguien que la entienda.
"El consejo más importante que siempre doy a los demás es que la rosácea no te define", afirma. "Aunque parezca que lo abarca todo, no es lo más interesante o importante de ti. Sigues siendo la persona que eras antes de la rosácea, sólo que te ves un poco diferente".
Historia del artículo
La información de esta página ha sido revisada por médicos cualificados.
22 Jun 2018 | Última versión

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