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Cómo no detectaron mi cáncer de ovario: Natasha cuenta su historia

En todo el Reino Unido, a miles de mujeres al año sólo se les diagnostica cáncer de ovario cuando acuden a urgencias.

Entre ellos se encuentra Natasha Reynolds, que sólo tenía 22 años cuando empezó a notar los primeros síntomas de la enfermedad. A pesar de buscar ayuda en repetidas ocasiones, su preocupación no fue tenida en cuenta, a pesar de que sus síntomas empeoraban. Hasta que no acudió a urgencias no recibió un diagnóstico: cáncer de ovario de células germinales en estadio uno, una forma extremadamente rara de la enfermedad que afecta sobre todo a jóvenes.

La historia de Natasha es un poderoso recordatorio de la importancia de tomarse en serio los síntomas de las mujeres y de cuántas vidas podrían salvarse mediante una detección precoz del cáncer de ovario.

El cáncer de ovario se cobra cada año más vidas que todos los demás cánceres ginecológicos juntos. Sin embargo, el conocimiento de sus síntomas sigue siendo peligrosamente bajo. Casi la mitad de las mujeres con cáncer de ovario sólo se toman en serio cuando sus síntomas son tan graves que requieren ingreso de urgencia. Resulta alarmante que sólo 1 de cada 3 casos de cáncer de ovario se detecte en las primeras fases, cuando el tratamiento es más eficaz.

Ovarian Cancer Action, la organización benéfica británica dedicada a mejorar los resultados para los afectados, califica esta situación de crisis sanitaria nacional.

Durante más de un año y medio antes de su diagnóstico, Natasha acudió al médico casi todos los meses, convencida de que algo iba muy mal. Sin embargo, sus médicos atribuían sistemáticamente sus síntomas al síndrome del intestino irritable (SII) y a la endometriosis, enfermedades comunes que ya padecía en aquel momento.

Natasha Reynolds, que esperó 18 meses a que le diagnosticaran cáncer de ovario

Mujer joven con ropa de invierno sobre un fondo nevado.

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Cuando Natasha se dio cuenta de que algo iba mal

Cuando Natasha empezó a mostrar síntomas de cáncer de ovario, estaba en la universidad y compaginaba una apretada agenda de estudios, un trabajo a tiempo parcial y el voluntariado. Los síntomas empezaron como pequeñas molestias, pero poco a poco se fueron convirtiendo en cambios más notables que indicaban que algo raro estaba ocurriendo en su cuerpo.

"De repente me salió un acné quístico hormonal muy fuerte", describe. "Luego noté que estaba cada vez más hinchada, un síntoma que, con el paso del tiempo, empeoró considerablemente".

La hinchazón era constante para Natasha. A menudo se iba a dormir con molestias, se despertaba igual y a veces no tenía más remedio que dormir sentada. Entonces empezó a tener ardor de estómago -un síntoma que antes solo había experimentado ocasionalmente-, seguido de ganas frecuentes de orinar.

Dice: "Tenía que levantarme a mitad de una clase para ir al baño, algo que no estaba acostumbrada a hacer".

Con el tiempo, Natasha también empezó a sentirse llena más rápidamente y a menudo no podía terminar sus comidas. A medida que se le acumulaban los síntomas, sospechaba que podían estar relacionados con el síndrome del intestino irritable o la endometriosis, sobre todo la hinchazón.

"Es un síntoma superpuesto muy común en ambos", explica. "Pero cuanto más tiempo pasaba y más grave se volvía, sabía que no podía ser eso. Empecé a preguntarme si había desarrollado una alergia alimentaria. Pero los síntomas de la alergia alimentaria no coincidían con lo que estaba experimentando."

Síntomas que no parecían normales

Aunque algunos de estos síntomas coincidían con los del síndrome del intestino irritable y la endometriosis, Natasha estaba convencida de que su intensidad indicaba un cambio en su organismo. El hecho de que experimentara síntomas totalmente nuevos -como la necesidad de orinar con más frecuencia y la sensación de saciedad rápida durante las comidas- hizo que se preocupara de que no fueran efectos normales de sus problemas de salud habituales.

Durante este tiempo, también empezó a experimentar lo que ella describe como una "fatiga horrible".

"La fatiga es algo que ya había experimentado antes, porque cuando era más joven tenía una carencia de hierro", dice Natasha. "Lucho con mi salud mental, así que la fatiga en general no era algo nuevo para mí. Sin embargo, era casi incapacitante hasta el punto de que no quería ir a la universidad.

"También me costaba ir a trabajar y seguir con mis actividades de voluntariado. Cada vez me resultaba más difícil vivir mi vida. Fue en ese momento cuando empecé a sospechar seriamente que no se trataba solo de mi SII o de la endometriosis."

Natasha tenía hinchazón persistente que no parecía estar relacionada con su SII o endometriosis.

Fotografía de una joven que se levanta la camiseta para mostrar un vientre anormalmente hinchado.

Lucha por ser escuchado por los médicos

Natasha intentó controlar los síntomas por sí misma, pero como no mejoraban, buscó ayuda médica. A pesar de varias visitas al médico, sentía que no se tomaban en serio sus preocupaciones. Aunque estos síntomas no se parecían a nada que hubiera experimentado antes y no encajaban en el patrón de sus problemas de salud habituales, los consideraban menores o menos preocupantes.

"El médico de cabecera al que acudí entonces era mi médico de la universidad, así que la mayoría de sus pacientes tenían entre 18 y 25 años", explica Natasha. "Creo que parte de la razón por la que tardaron tanto en diagnosticarme el cáncer fue que yo no encajaba en el rango de edad esperado, junto con el hecho de que los problemas de salud de las mujeres a menudo se tachan de exagerados.

"Pero que el cáncer sea menos frecuente a mi edad no significa que no pueda ocurrir. Y en ningún momento antes de que me hospitalizaran nadie me tocó la barriga para examinarla".

Por qué buscar tus síntomas en Google puede ayudarte

Después de que sus síntomas fueran descartados repetidamente, Natasha tomó cartas en el asunto y empezó a investigar en Internet. Al examinar sus síntomas, empezó a notar un patrón que sugería que podía tener cáncer de ovario.

Todo lo que estaba experimentando sugería que éste era el caso", dice. Lo único que no tenía sentido era mi edad, y por aquel entonces no tenía ni idea de que existiera el cáncer de células germinales."

Entrevista a Natasha Reynolds sobre su experiencia personal con el cáncer de ovario

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El estado de Natasha se vuelve crítico

Tras más de un año de dolor evidente y malestar creciente, Natasha fue ingresada de urgencia en marzo de 2024. En las semanas previas, su estado había empeorado tanto que ya no podía ponerse medias ni abrocharse los pantalones, ya que la presión en el estómago era insoportablemente dolorosa.

"Había vuelto de la universidad a Sheffield para celebrar mi cumpleaños y mi aniversario con mi pareja", recuerda. "Entonces, de repente, tuve el dolor abdominal más intenso y repentino que he experimentado en mi vida.

"Me dolía tanto, no podía moverme, que me preguntaba si me habría reventado el apéndice".

Tras llamar al 111 -el teléfono de ayuda del NHS para consultas médicas no urgentes-, a Natasha le dijeron que un médico la llamaría en dos horas. Más de ocho horas después, por fin recibió una llamada con el diagnóstico de una infección renal.

"No pensé que fuera una infección renal", dice. "Solía tenerlas a menudo cuando era más joven, y el dolor no se parecía en nada a lo que había experimentado antes. Me aconsejaron que pidiera cita con mi médico de cabecera, pero no pude, ya que estaba en casa y no en mi universidad, donde estaba matriculada."

Al no poder acudir a su médico de cabecera, Natasha decidió probar en un centro sin cita previa, donde la atendieron casi de inmediato. Tras una exploración abdominal, la ingresaron en el servicio de urgencias más cercano. Allí le hicieron un examen completo, que reveló un tumor canceroso de 20 centímetros en un ovario y un quiste de 14 centímetros en el otro.

"Una vez que se me saltaron las lágrimas, me quedé paralizada", recuerda Natasha. "Después de tanto tiempo, por fin me escuchaban y sentí alivio, porque quizá ahora iba a ver a las personas adecuadas. Pero aún me cuesta asimilar cómo sucedió mi diagnóstico. Nunca debería haber sido así.

"Tenía 34 centímetros de crecimiento dentro de mi cuerpo que no deberían haber estado ahí. Y en ningún momento antes de que me hospitalizaran nadie me puso las manos en la barriga para palparlo".

Natasha hoy con su compañero Tom

Pareja joven posando para un selfie frente a un lago arbolado bajo una cadena montañosa.

Efectos emocionales y físicos duraderos

Desde su diagnóstico, Natasha se ha sometido a dos operaciones en las que le han extirpado los ovarios y las trompas de Falopio. Todavía conserva el útero y el cuello del útero, pero como ya no tiene ovarios, ahora depende de la terapia hormonal sustitutiva (THS), con sólo 23 años.

"Todavía estoy muy enfadada por cómo me trataron, pero creo que la mayoría de la gente lo estaría dadas las circunstancias", dice Natasha. "Mis síntomas eran los de un cáncer de ovario de libro, y es difícil no preguntarse lo diferentes que habrían sido las cosas si se hubieran tomado en serio desde el principio.

"Fue una experiencia horrible que me ha dejado con mucha ansiedad por mi salud, y he luchado mentalmente por tener que dejar en suspenso gran parte de mi vida".

Lo que Natasha quiere que sepan otras mujeres y médicos

Natasha insta a las mujeres que noten síntomas extraños a que acudan al médico sin demora. Y si sus preocupaciones son ignoradas, como le ocurrió a ella, dice que es importante confiar en tu propio cuerpo y tener el valor de insistir en que te escuchen.

"Entiendes lo que es normal para ti", dice. "En última instancia sabes, en su mayor parte, cuándo algo no va bien. Cuando lo normal cambia, hay que investigar. En mi caso, si no me hubiera tomado el tiempo de investigar mis síntomas y no hubiera acudido a urgencias cuando lo hice, no puedo imaginar cuánto tiempo más habría podido crecer mi tumor sin ser detectado".

"Creo que un profesional sanitario debe ser siempre muy consciente de ello. No vives en el cuerpo de esa persona. Sólo sabes lo que están experimentando por lo que te cuentan. Así que créeles".

La regla de Jess: reflexionar, revisar y repensar

Aunque Natasha sigue preocupada por otras mujeres cuyos síntomas de cáncer de ovario podrían pasarse por alto, considera que la reciente iniciativa del NHS, Jess's Rule, es un prometedor paso adelante.

La Regla de Jess toma su nombre de Jessica Brady, que acudió en repetidas ocasiones a su médico de cabecera con síntomas relacionados con el cáncer. Lamentablemente, estas advertencias se pasaron por alto, y falleció en 2020 con tan solo 27 años.

La Regla de Jess surgió gracias a la familia de Jess, que hizo campaña con éxito para que los médicos tomaran medidas decisivas si un paciente volvía tres veces con el mismo síntoma -o conjunto de síntomas- a los que anteriormente se había restado importancia. Su objetivo es garantizar que los profesionales sanitarios se tomen en serio las preocupaciones de los pacientes, actúen con prontitud y reconsideren los diagnósticos iniciales, con el fin de salvar vidas.

"Mi esperanza es que esto anime a la gente a hablar por sí misma y anime a los profesionales de la salud a dar un paso atrás y reevaluar, especialmente cuando alguien vuelve una y otra vez con los mismos síntomas", dice Natasha.

"Por eso quiero hablar claro. Quiero que la gente se sienta segura de saber qué es normal para su cuerpo y cuándo algo no está bien".

Historia del artículo

La información de esta página ha sido revisada por médicos cualificados.

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