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trastorno de la personalidad

Detectar los signos de un trastorno de la personalidad

La personalidad es la forma en que sentimos, pensamos y nos comportamos. Para la mayoría de nosotros, los rasgos de nuestra personalidad son bastante constantes, pero para uno de cada 20 afectados por un trastorno de la personalidad sus emociones, creencias y capacidad para gestionar las relaciones y afrontar la vida cotidiana pueden causar graves dificultades.

"Los rasgos de personalidad se sitúan en un continuo. En relación con el trastorno de la personalidad (TP), nos referimos a personas cuyo comportamiento se sitúa a menudo, y no ocasionalmente, en el extremo", explica la Dra. Naomi Murphy, psicóloga clínica, directora clínica del Fens Service for Men with Personality Disorder y coautora de Treating Personality Disorder. "Para que te diagnostiquen un TP debes tener más de 18 años y haber experimentado dificultades durante varios años y en múltiples áreas de tu vida".

La EP afecta a tres áreas clave, revela: "su incapacidad para gestionar sus emociones, ya sea por sentirse abrumado con facilidad o por desconectar de sus emociones; creencias distorsionadas, como un miedo pronunciado al rechazo o la creencia de que no se puede confiar en los demás; y dificultades para entablar y mantener relaciones debido a los problemas para gestionar las emociones y las creencias distorsionadas."

Según Isabel Clarke, psicóloga clínica consultora del servicio italk y del Southern NHS Trust, y autora de Comprehend, Cope and Connect (Comprender, afrontar y conectar), existen algunos signos comunes que puede presentar una persona con un trastorno de la personalidad. "Las autolesiones son frecuentes para aliviar la presión emocional, mientras que el alcohol, las drogas y el sexo ocasional suelen utilizarse para adormecer los sentimientos difíciles. Otros se cierran en banda y evitan las relaciones".

No existe una única "causa" de la EP, y la mayoría de los expertos coinciden en que se trata de una combinación de tres factores principales.

  • El entorno en el que creciste y lo que ocurría durante tu infancia. Por ejemplo, una vida familiar caótica, malas experiencias en la escuela.

  • Experiencias traumáticas en la infancia y la adolescencia, como malos tratos, abandono, duelo o accidente.

  • Genética.

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Los principales tipos de trastornos de la personalidad

Un psiquiatra o un psicólogo clínico pueden diagnosticar la EP. Los expertos utilizan varias directrices para definir las distintas formas de EP. Una de las más utilizadas es un conjunto de directrices que identifican 10 tipos de EP, agrupados en tres grupos: "sospechosa", "emocional/impulsiva" y "ansiosa/avisiva".

"La EP se diagnostica con más frecuencia entre los 20 y los 30 años, y los tipos más comunes son el trastorno límite de la personalidad y el trastorno antisocial de la personalidad", dice Murphy.

Sospechoso

Las personas con una EP de tipo "desconfiado" pueden parecer excéntricas y les cuesta relacionarse con los demás. Ven amenazas en situaciones cotidianas y les cuesta confiar. Entre ellos se incluyen el TP paranoide, el TP esquizoide y el TP esquizotípico.

Emocional/impulsivo

Las personas con un TP "emocional/impulsivo" tienen dificultades para controlar sus emociones, actúan impulsivamente y les cuesta mantener relaciones.

Una persona afectada por la EP antisocial puede encontrarse a menudo en situaciones de riesgo, ser agresiva y tener frecuentes problemas con la ley.

Si padece un trastorno límite de la personalidad (TLP) (o EP emocionalmente inestable) experimentará emociones fuertes y rápidamente cambiantes, un profundo temor a ser abandonado o a estar solo, escaso sentido de la identidad, dificultad para mantener relaciones y sensación de vacío la mayor parte del tiempo. Son frecuentes las autolesiones y los intentos de suicidio.

Ansioso/evitador

Las personas con EP de tipo "ansioso/evitativo" son introvertidas, ansiosas y temerosas.

Una persona con EP dependiente tiene poca confianza en sí misma y permite que los demás tomen el control. Si se sospecha que padeces un TP evitativo, tendrás un miedo constante a que te "descubran" y te rechacen, y evitarás las relaciones para evitarlo. Por el contrario, una persona con un TP obsesivo compulsivo necesita tener el control y es perfeccionista.

¿Necesita un diagnóstico?

Los especialistas discrepan sobre si tener un diagnóstico oficial es útil. "El problema del diagnóstico es que es bastante culpabilizador", dice Murphy. "Sigue siendo incomprendido y conlleva cierto estigma. Sin embargo, un diagnóstico suele ser la puerta de entrada al apoyo y la recuperación adecuados".

"La principal ventaja de tener un diagnóstico es que así es como están configurados nuestros servicios de salud mental: un diagnóstico da acceso al tratamiento adecuado", señala Clarke.

Para Tilly, de 21 años, el diagnóstico de TLP a los 18 fue el pistoletazo de salida de su recuperación tras años de problemas de salud mental. "Pequeñas cosas me hacían explotar de rabia, odiaba la interacción social con gente que no conocía, estaba atenazada por la ansiedad la mayor parte del tiempo, oía voces y tenía tendencias suicidas. A una persona ajena le parecía que exageraba, pero en realidad mis emociones eran mucho más intensas. Pero otras veces, mis sentimientos de vacío me habían llevado a intentar suicidarme en muchas ocasiones o a hacerme daño sólo para poder sentir algo. Cambiaba entre sentirlo todo demasiado intensamente o no sentir nada en absoluto".

Antes de ser diagnosticada de TLP, Tilly fue diagnosticada de depresión, ansiedad mixta y depresión y psicosis, mientras que también se consideraron los trastornos bipolar, de Asperger y TDAH.

"Cuando me diagnosticaron por primera vez a los 18 años en una unidad psiquiátrica, estaba en negación. Poco a poco, a medida que aprendía más sobre el TLP y los criterios, me di cuenta de que casi todos mis síntomas y comportamientos coincidían con los de las personas con TLP. Las cosas empezaron a encajar y pude recibir la ayuda especializada que necesitaba", revela.

Tilly fue derivada al equipo de Trastornos Emergentes de la Personalidad a los 18 años, y desde entonces acude todas las semanas a un trabajador de apoyo. También ha recibido terapia dialéctica conductual y terapia cognitiva analítica.

"Mis emociones siguen siendo intensas, pero tardo menos en calmarme que antes. Soy menos impulsivo y más capaz de utilizar habilidades y técnicas para ayudarme a mí mismo. Gestiono mejor las relaciones".

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¿Cómo se puede tratar la EP?

"La EP es definitivamente algo de lo que te puedes recuperar y aceptar como parte de lo que eres. Con ayuda, puedes aprender a abandonar los mecanismos de afrontamiento poco saludables y cambiarlos por estrategias más útiles", afirma Clarke.

Las terapias de conversación son el pilar del tratamiento. "Debes esperar recibir un tratamiento en profundidad, ya que la EP requiere cierto tiempo para tratarse adecuadamente. Y es posible que tengas que volver a la terapia varias veces y probar distintos tipos", dice Clarke.

Se suele recomendar la terapia dialéctico-conductual (TDC), que ayuda a reconocer y controlar las emociones y el comportamiento. La terapia basada en la mentalización (MBT) consiste en ser consciente de lo que ocurre en la propia mente y en la de los demás para ayudar a controlar la angustia. La terapia cognitiva analítica (CAT) le ayuda a reconocer los patrones de relación que le causan problemas. La terapia de esquemas pretende reforzar las formas de pensar que son útiles y cambiar las que no lo son.

A menudo se utiliza medicación, aunque no se recomiendan fármacos específicamente para tratar la EP. Puede ayudar con los síntomas de depresión, ansiedad, ira o psicosis. Es posible que le ofrezcan antidepresivos, estabilizadores del estado de ánimo o antipsicóticos.

A las personas con EP grave y prolongada se les puede ofrecer tratamiento en una comunidad terapéutica. La idea es que pases tiempo con personas que experimentan dificultades similares y se apoyen mutuamente, junto con terapia de grupo e individual.

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La información de esta página ha sido revisada por médicos cualificados.

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