Pobreza y salud mental

Véase también el artículo sobre desigualdades sanitarias y privación social.

La contribución de los problemas de salud mental a la carga mundial de morbilidad es cada vez mayor: los trastornos neuropsiquiátricos representan ya cerca del 13% del total.¹

La relación entre pobreza individual y salud mental es bien conocida.²

¿Cuál es la relación entre pobreza y salud mental?³

El estudio Global Burden of Disease estimó que, en 2017, 792 millones de personas en todo el mundo declararon una salud mental deteriorada, lo que representa casi el 11% de la población mundial. Las personas que viven en la pobreza se ven desproporcionadamente afectadas por enfermedades mentales.

En 2022, una revisión que incluía 42 estudios con datos de 7.744.469 participantes descubrió que una mayor desigualdad de ingresos estaba asociada a una mala salud mental general, depresión y psicosis en adultos.
Una revisión de 26 estudios realizados en su mayoría en países de ingresos altos reveló una relación positiva entre la desigualdad de ingresos y la depresión, con un mayor impacto en las mujeres y las subpoblaciones de bajos ingresos.

Una revisión de las tasas de incidencia de la esquizofrenia en 26 países, en su mayoría de renta alta, halló una relación positiva entre la desigualdad de ingresos y la tasa de incidencia de la esquizofrenia.

Las tasas de suicidio entre los hombres jóvenes de Inglaterra y Gales aumentaron durante el periodo 1950-1998, lo que se asoció a un aumento de la desigualdad de ingresos y del divorcio y a un descenso del matrimonio.

En un estudio de cohortes basado en registros con 1.354.393 niños, los trastornos mentales eran entre 3 y 4 veces más frecuentes en los niños cuyos padres se encontraban en los percentiles de ingresos más bajos. Se detectaron diferencias en relación con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad en los niños y con la depresión y la ansiedad en las niñas.

Los datos del estudio británico Millennium Cohort Study (MCS), un estudio longitudinal en curso de una cohorte de 18.827 niños nacidos en el Reino Unido en 2000-2001, descubrieron que los niveles persistentes de pobreza y las transiciones a la pobreza están fuertemente asociados con los niveles de problemas de salud mental infantil y las transiciones a los mismos.⁴

Una amplia gama de factores de riesgo son más frecuentes entre los grupos de bajos ingresos, por ejemplo, el desempleo, la vivienda inadecuada, la deuda, la inmigración, el entorno urbano, el abuso de alcohol y sustancias, la delincuencia y la mala salud física. Todos estos factores contribuyen como mecanismos que vinculan las causas estructurales de la desigualdad con los resultados en materia de salud mental.⁵