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Cómo afrontar el aislamiento tras un ictus

Cómo afrontar el aislamiento tras un ictus

La Navidad puede ser una época difícil para cualquiera, pero para los supervivientes de un ictus, los cambios en su forma de andar, hablar y sentir pueden dejarles aislados y con dificultades. ¿Qué diferencias pueden marcar los servicios de apoyo?

Elizabeth Kiss se preparaba para la boda de su primo cuando sufrió un derrame cerebral. En el hospital, los médicos le dijeron que tendría que quedarse seis semanas en rehabilitación. Para sorpresa de todos, al cabo de dos semanas se fue a casa y ya podía andar y hablar.

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"No sabía dónde encajar"

Kiss, que entonces tenía 13 años, se recuperó durante las vacaciones de verano y volvió a la escuela a tiempo parcial. Pero a su vuelta, su vida social cambió radicalmente. "Todo el mundo se mostraba súper comprensivo, o no sabía cómo tratarme y no me hablaba. Perdí bastantes amigos en ese tiempo porque no sabía dónde encajar por lo que había pasado".

Por lo general, las personas que sufren un ictus no están a punto de entrar en el instituto, pero para más de un millón de personas que se enfrentan a los efectos de un ictus, el aislamiento es una experiencia casi universal sea cual sea su grupo demográfico. Sufrir un ictus suele afectar a la forma de moverse y de hablar, lo que le hace destacar no sólo de la forma en que era, sino también en público. Algunas personas pueden perder su capacidad para trabajar o participar en sus actividades cotidianas o sociales normales, lo que las aísla de los demás.

Un informe de la Stroke Association del año pasado reveló que sólo el 60% de los supervivientes de las regiones de East Midlands, South West y East of England estaban satisfechos con el apoyo que recibían, y los habitantes de Irlanda del Norte, Escocia y Gales informaron de que el apoyo era incluso peor allí.

Los recortes en los presupuestos locales del SNS y de asistencia social han dejado a muchas personas con dificultades para acceder a los servicios y al apoyo tras un ictus, y el personal sanitario y de asistencia social, mermado, no sabe cómo ayudarles. Para quienes se enfrentan a la vida después de un ictus se necesita mucha más inversión.

Afrontar la soledad

Kiss perdió el movimiento del lado izquierdo y se dio cuenta de que no le gustaba cómo le afectaba el golpe a su voz. "Mi voz fue muy monótona durante un tiempo. No quería hablar", explica. "Hacía señales con las manos (pulgar arriba, pulgar abajo) y sacudía mucho la cabeza. Era tan agotador hablar".

Recuerda que cuando estaba con amigos "le bajaba el ánimo", que la gente "estaba pendiente de ella". También se dio cuenta de que el ictus y la manera de afrontarlo le provocaban cambios de humor. Se deprimió y su confianza en sí misma cayó en picado. "No quería salir de la cama y me negaba a ir al colegio, diciendo: 'No quiero estar aquí'", cuenta Kiss.

Cuando se sentía estresada o sola, Kiss descubrió que escuchar música y pasear a sus perros le ayudaba a sobrellevar la situación. Durante la depresión acudió a un consejero, y afirma que asistir a un grupo de apoyo para personas que necesitaban reforzar su confianza en sí mismas la ayudó "enormemente".

Kiss, que ahora tiene 18 años, estudia actualmente para obtener un diploma en arte y diseño y está pensando en hacer un aprendizaje. Trabaja como embajadora de la Stroke Association y dice que conocer a otros jóvenes que habían sufrido un ictus le hizo sentirse menos sola. Dice que ahora ella y su familia pueden recordar su recuperación con sentido del humor.

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En busca de apoyo

Jennifer Crow es terapeuta ocupacional especialista en accidentes cerebrovasculares del Imperial College Healthcare NHS Trust. Dice que experiencias como la de Kiss son muy comunes. "Un superviviente de ictus de 23 años con el que trabajo ya no se relaciona con sus amigos porque se siente avergonzado por haber sufrido un ictus.

"Otro superviviente de un ictus me contó que hace poco fue a una boda y se sintió tan agotado que durmió todo el día. El mismo hombre también ha dejado de ir a su pub local porque teme que alguien pueda golpearle accidentalmente".

Terapeutas ocupacionales

Crow afirma que los terapeutas ocupacionales pueden ayudar con el aislamiento. Pueden remitir al paciente a un terapeuta comunitario para ofrecerle una "exposición gradual" a entornos concurridos y practicar la movilidad al aire libre. También pueden identificar servicios locales de amistad a los que la persona pueda acudir.

Los asistentes sociales ponen a los supervivientes de ictus en contacto con grupos locales de apoyo dirigidos por organizaciones como Headway, Stroke Association o el Servicio Nacional de Salud para que se reúnan en persona o reciban ayuda telefónica. Si se sufre un ictus, la DVLA establece que no se puede conducir durante un mes después del suceso, por lo que los OT pueden reducir el impacto de esta prohibición temporal proporcionando a la persona una lista de compañías de taxis accesibles en silla de ruedas o Dial-A-Ride que la persona puede utilizar durante la suspensión del permiso.

Seguir siendo social

En casa, los supervivientes de un ictus pueden ponerse en contacto con otras personas a través de Internet registrándose en el nuevo sitio web de la Stroke Association,"My Stroke Guide". En particular, la sección "Foros" es un buen lugar para hacer preguntas o escribir sobre las frustraciones específicas a las que se enfrentan después de un ictus.

Y, como menciona Kiss, pasar tiempo con otras personas que también han sufrido un ictus puede crear una sensación de conexión. Indicar a amigos y familiares información que les ayude a entender el ictus puede ayudarles a apoyarte y a comprender tus necesidades.

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La información de esta página ha sido revisada por médicos cualificados.

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